sábado, 30 de abril de 2016

Tesoros de Tutankamon

TESOROS DE TUTANKAMON

Una habitación –parecía un museo– repleta de objetos, algunos familiares, pero otros que jamás habíamos visto. Por ello, el hallazgo no sólo ponía al descubierto un «tesoro» artístico único, sino que también constituía una oportunidad incomparable de estudiar y comprender el significado que el enterramiento y la vida en el Más Allá tenían para los antiguos egipcios.

Ya desde la Prehistoria, los egipcios enterraban el cuerpo del difunto junto a objetos que se consideraban necesarios para la supervivencia en la otra vida: cuencos de cerámica (probablemente con restos de comida), algún elemento ornamental y utensilios como cuchillos o paletas.

Empezaron a aparecer objetos relacionados con las divinidades y con la protección en la otra vida, como amuletos y estatuillas de dioses. Su finalidad era proteger al difunto de los peligros a los que debía enfrentarse en el Más Allá y permitir, así, que pudiera sobrevivir eternamente.

El rey, entre los dioses
Algunas piezas, evocaban la condición divina del faraón. Considerado como la encarnación del dios Horus, a su muerte se convertía en Osiris, el dios del mundo de los muertos. También se localizaron numerosas divinidades en forma de estatuas y como decoraciones en algunos muebles, como las camas destinadas a la regeneración de la momia del faraón. Otras piezas, consistían en amuletos que el faraón lucía como joyas. Su función consistía en proteger al rey de los peligros que lo acechaban durante el viaje que realizaba al paraíso.

Otro elemento que no podía faltar en el ajuar funerario eran los ushebtis, figurillas que representaban a los criados mágicos que seguían sirviendo al faraón tras su fallecimiento para hacer sus tareas cotidianas.

Vestidos, comida y bebida
Una necesidad importante era la del vestido; en la tumba de Tutankamón hay numerosas prendas de lino, túnicas, camisas, faldas, taparrabos o guantes. Para beber, el faraón disponía de ánforas de vino, cada una con la etiqueta que indicaba la cosecha, la clase, el viñedo e incluso el nombre del cosechero. En cuanto a la comida, disponía de alimentos básicos –pan, ajos, cebollas y legumbres.

Coronas, tronos y espadas
Se hallaron varios cetros, símbolos de la autoridad real y asociados al dios Osiris. Se recuperó una diadema de oro y restos de «un tejido parecido a la batista», tocado de la realeza que recoge el cabello como si fuera una bolsa de tela, y que llevaba cosidos una cobra y un buitre.

Un objeto importante es un trono recubierto de oro de arriba abajo y ricamente adornado con vidrio, fayenza y piedras incrustadas.

Se encontraron un gran número de armas, tanto defensivas (como escudos o corazas) como ofensivas. Cabe destacar las espadas de bronce curvadas, así como los puñales. Uno de ellos constituye una rareza, dado que la hoja estaba realizada con hierro, mineral poco conocido en Egipto. En toda la tumba había gran profusión de arcos, las medidas nos indican que algunos de ellos fueron usados por el faraón cuando era aún un niño.

El lado humano del rey                                                                                      

La mayor parte de las joyas halladas en la tumba se habían fabricado en época de sus padres e incluso de sus abuelos, y Tutankamón se había limitado a conservarlas. Por ejemplo, un pectoral guardado en una caja lleva un cartucho demasiado largo para el nombre de Tutankamón, por lo que se deduce que el nombre que llevaba inscrito en un primer momento era el de Akhenatón, su padre. Los brazaletes de fayenza localizados en el anexo, que llevaban los nombres de Akhenatón y Nefertiti. También se encontraron unas paletas de marfil con el nombre de sus hermanastras, Meketatón y Meritatón. Finalmente apareció en el interior de un pequeño ataúd: un mechón de cabello de la reina Tiy, su abuela. 


                                                       El guardian de Tutankamon



                                                          Tutankamon niño




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