sábado, 30 de abril de 2016

Howard Carter


HOWARD CARTER
(Reino Unido, 1873 - Londres, 1939) Arqueólogo y egiptólogo británico. Entre 1891 y 1899 fue miembro de la Misión Arqueológica en Egipto. En 1892 colaboró con el egiptólogo Flinders Petrie en la excavación de Tell el-Amarna. Fue también designado inspector jefe del departamento de Antigüedades del gobierno egipcio. Hasta 1922, sus descubrimientos más importantes fueron las tumbas del faraón Tutmosis IV y de la reina Hatshepsut. Sin embargo, el hallazgo arqueológico que le supuso convertirse en una celebridad mundial fue el descubrimiento en 1922, de la tumba del joven faraón Tutankamón, situada en el Valle de los Reyes. Lo extraordinario del hallazgo fue el hecho de que la tumba se encontrara intacta y que contuviese un espléndido tesoro, que actualmente se exhibe en el Museo Egipcio de El Cairo.
Howard Carter estará siempre relacionado con su mayor descubrimiento: la tumba de Tutankamón, en el Valle de los Reyes. Si bien este faraón gobernó sólo durante un breve período a finales de la dinastía XVIII, su tumba, a diferencia de todas las otras del valle, no había sido saqueada, lo que permitió mostrar al mundo un espectacular ajuar funerario que incluye joyas, estatuas de oro y mobiliario, así como la famosa máscara y los sarcófagos del faraón.

Howard Carter había nacido en Gran Bretaña en 1874. De salud siempre delicada, inició su carrera como egiptólogo a los diecisiete años, cuando se incorporó al equipo de trabajo de P. Newberry. Más tarde trabajó bajo la supervisión de sir Flinders Petrie en las excavaciones realizadas en El-Amarna, y con E. Naville en Deir el-Bahari.
A principios de la década de 1920 pidió permiso para excavar en el Valle de los Reyes. Una vez obtenido, inició las excavaciones en una zona restringida en la que esperaba encontrar la tumba de Tutankamón, llamado el faraón niño por la corta edad en que subió al trono y por haber fallecido a los dieciocho años. Se trataba de una búsqueda difícil ya que las excavaciones, eran muy tenues, y el Valle había sido tan excavado que nadie esperaba que pudieran encontrar nada.
En 1922Carter decidió excavar las ruinas de unas casas de los obreros dedicados a construir las tumbas reales; era el último lugar que quedaba por investigar. El 5 de noviembre de 1922, a cuatro metros de la tumba de Ramsés II, descubrió los restos de una escalera que se adentraba en la roca; retiró los escombros hasta topar con una puerta sellada. A pesar de la decepción inicial al comprobar que los sellos habían sido rotos por saqueadores, procedió junto con Carnarvon a horadar el tabique que cerraba la puerta. Su reacción ante lo que vieron sus ojos, a la luz de una vela, es ya famosa: "Veo maravillas".

Habían descubierto la tumba de Tutankamón, faraón de la XVIII dinastía fallecido a los dieciocho años, en el siglo XIV antes de Cristo. Se trataba de un complejo funerario compuesto por varias cámaras, lleno de riquezas, que guardaba el sepulcro del joven faraón. La suntuosidad del ajuar hallado, que comprendía joyas, armas, vasijas, muebles y hasta carros, hace suponer que los saqueadores fueron descubiertos antes de que pudiesen perpetrar su expolio.
Carter optó por interrumpir los trabajos y tapar los accesos a la tumba para reunir el equipo necesario a fin de documentar y conservar adecuadamente el material encontrado. Después de tres semanas de intensos trabajos, el equipo franqueó la puerta de la tumba. Al penetrar en la estancia quedó a la vista un incomparable tesoro: Jarrones, vasos canopos, arquetas, cofres, pinturas, barcas, pequeñas estatuas, enseres domésticos y una variada tipología de objetos de oro macizo se hallaban allí al alcance de los investigadores.
Lo más excepcional del conjunto son las cuatro capillas funerarias, dispuestas una dentro de otra; en la cuarta se hallaba un gran ataúd, en cuyo interior se descubrieron tres sarcófagos encajados uno dentro del otro. Al romper los sellos y abrir el último sarcófago, contemplaron, por primera vez, el cadáver momificado del faraón, con el rostro cubierto con una mascarilla de oro, retrato del difunto, con incrustaciones de piedras de colores. Sobre el cuerpo vendado había depositadas numerosas joyas.
A pesar de que la mayoría de las salas estaban revueltas, con señales evidentes de haber sido saqueadas en la antigüedad, eran tales la abundancia de las obras encontradas y su valor que el equipo de Carter tardó años en catalogar y documentar las piezas. En total, las tareas de apertura, el traslado al Museo de El Cairo y el registro exhaustivo de la impresionante cantidad de objetos que constituían el ajuar funerario llevaron a Carter y a su equipo diez años de trabajo. Tras ello, su delicada salud no le permitió emprender nuevas actividades arqueológicas; falleció en Londres en 1939.
                                                             Howard Carter
WEBGRAFIA:

No hay comentarios:

Publicar un comentario